A priori, podemos pensar que un grifo que gotea poco a poco no supone un problema y que puede ser algo normal de nuestro lavabo o fregadero, pero nada más lejos de la realidad. Además del continuo gasto que esto supone (puesto que gota a gota se pueden perder unos cuantos litros de agua), detrás de este fenómeno hay una avería que debes solucionar. En este post te explicamos cómo.
Lo primero que debemos hacer, en cuanto nos demos cuenta de que esto sucede, es cerrar la llave de paso del agua del grifo. De este modo cortaremos la fuga de agua, además de que es un paso necesario para empezar a trabajar.
Cal acumulada en los grifos
Una de las causas más habituales de que su grifo gotee puede ser la acumulación de cal en la junta de cierre. La cal puede provocar que la junta no se quede completamente cerrada, haciendo que aparezcan espacios por donde se filtre el agua. Por norma general, este problema se debería solucionar desmontando el grifo y limpiando las juntas. Hay que tener en cuenta que algunos grifos no serán fáciles de desmontar, por eso si no tenemos los conocimientos necesarios, será mejor llamar a un fontanero.
Cambiar la arandela
Este accesorio de nuestro grifo es el encargado de dejar pasar o cortar el agua, con lo cuál su utilización continua es la responsable de que se deteriore. Para repararlo será necesario, además de cerrar la llave del agua, abrir el grifo para que se vacíe por completo. Después debemos desenroscar la tuerca que aprieta el cuerpo del grifo. Una vez abierto podremos extraer la arandela gastada y cambiarla por otra del mismo tamaño que adquiramos en la ferretería. Una vez cambiada debemos acordarnos de volver a dejar todo como estaba.
Otra razón que puede suponer un goteo constante de tu grifo es que las roscas estén flojas. Para solucionarlo solo necesitaríamos rodear las roscas con cinta de teflón para conseguir un cierre totalmente hermético que haga que el goteo cese.
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